Alimenta tu Mente con la Palabra de Dios
“Me negaré a mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan de manera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos.” Salmo 101:3 (NTV)
En estos días escucharás mucha preocupación sobre la contaminación del agua y la contaminación del aire. Y esas preocupaciones son importantes.
Pero puede haber una contaminación más importante en nuestras vidas: la contaminación mental.
La Biblia nos dice que con lo que alimentamos nuestras mentes es tan importante como con lo que alimentamos nuestros cuerpos.
El Salmo 101:3 dice: "Me negaré a mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan de manera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos"(NTV).
Cuando alimentes tu mente, debes elegir entre cuatro tipos de contenido.
- Veneno - estos son los conceptos que te desorganizarán, degradarán o desmoralizarán. Por ejemplo, la pornografía hará eso.
- Comida chatarra - la mayoría de las cosas en la televisión son el equivalente mental de la comida chatarra. Encontrarás poco o ningún valor nutricional en ella. Puedes comer comida chatarra, pero no vas a ser muy sabio.
- Comida mental - estas son las "cosas buenas". Te educa en áreas como matemáticas, historia, inglés y geografía. Necesitas llenar tu mente con comida mental. Te convertirás en una persona completa.
- Súper comida - esta es la Biblia. La Palabra de Dios te enseñará lo que no encontrarás en ningún otro lado. Respondes preguntas fundamentales como, "¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Importa mi vida? ¿Hay un propósito en mi vida? ¿Hay algún significado? ¿Soy significativo?" Solo obtendrás respuestas a esas preguntas en la Biblia. Necesitamos alimentarnos en la Palabra de Dios diariamente.
Desafortunadamente, muchos de nosotros llenamos nuestro cerebro con comida chatarra, y nos dejamos poco tiempo para leer la Biblia. Si miras de seis a ocho horas de televisión al día, no tendrás tiempo para la Palabra de Dios. Peor aún, ni siquiera tendrás hambre de la Palabra de Dios.
Recortemos la comida chatarra y aprendamos a darnos un banquete con la Biblia.
Así es como nos volvemos sabios.
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