Devocionales: Una misericordia mal entendida.
“Bienaventurados los misericordiosos” (Mateo 5:7a RV60)
En tiempos de Cristo primaban ideas que nada tenían que ver con las enseñanzas reales de Dios. Por ejemplo, los religiosos judíos enseñaban que la misericordia era exclusivamente para otros judíos. Eso implicaba en la práctica que había que desechar de la misericordia a extranjeros, inconversos y traidores al judaísmo, como los publicanos. De esa forma, su manera de tratar a las personas estaba mediatizada por la ideología que tenían. No es extraño que el escriba y el sacerdote pasen delante del samaritano y no lo ayuden, porque para hacerlo habría que haber transgredido una norma imperante: No debes mostrar misericordia con el extranjero.
Sin embargo, esos mismos judíos creyentes decían amar la Torah y la Palabra de Dios que dice explícitamente: “No opriman al extranjero, pues ya lo han experimentado en carne propia: ustedes mismos fueron extranjeros en Egipto” (Éxodo 23:9). “No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor su Dios” (Levíticos 19:10).-
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Aún más, la escuela rabínica de Hillel enseñaba que también los pobres y los enfermos debían ser incluidos entre aquellos que no merecían misericordia, porque en su mentalidad distorsionada, tanto la pobreza como la enfermedad se consideraban castigo divino y la lógica era: ¿Por qué mostrar misericordia por alguien a quien Dios ha castigado? Se pueden imaginar lo que padecían algunas personas enfermas o pobres que vivían entre judíos “piadosos”, aún cuando sus propias Escrituras decían: “El que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” (Proverbios 14:21).
Cuando se mal entiende la misericordia, no hay otro resultado que dolor y sufrimiento.
“La misericordia es la compasión demostrada” (Wayne Partain)
Fuente: miguelanp.tumblr.com
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